martes, 19 de febrero de 2008

Quise ser un genio


Muchas veces me han dicho que soy un genio, lo que coincide con un deseo mio infantil: ser alguien diferente, yo entonces queria ser un genio, como Paul Mc Cartney, paradigma de todos los genios que conocía por aquel entonces y al que suponia portador de una especie de tarjeta vip que te permitía ser reconocido, admirado y amado sin condiciones. Desde entonces muchas veces me he preguntado qué es un genio, de manera que tenia pendiente una reflexión, es esta:

Los griegos le llamaban daimon, los latinos genius, y los egipcios Ka, todos ellos creian que el genio era un representante vicario de la divinidad, algunos lo pensaban como un "alter ego", algo que sobrevivia al Ba o cuerpo corruptible, Heráclito lo pensaba desde un lugar muy próximo a lo que nosotros entendemos como subjetividad, los romanos lo celebraban con una tarta el dia del cumpleaños, tarta que seguia siendo en la tradición una ofrenda a los dioses, no cabe ninguna duda de que el genio representaba la chispa divina en la naturaleza humana, El genio es pues indivisible del alma. Claro que los antiguos no creian en absoluto que todos los seres humanos tuvieran alma, por ejemplo era muy dudoso que las mujeres la tuvieran y tampoco los esclavos o los campesinos, los clásicos suponian que el alma era condición de las clases instruidas, de los aristócratas o de los filósofos. Hoy nadie sostendría esta suposición, y todos estaríamos de acuerdo en que el alma de existir es patrimonio de toda la humanidad, lo que de alguna manera corrompe el sentido de genio porque es evidente que no todo el mundo posee este don.

Estamos tentados a creer hoy que el genio es una especie de talento natural (o patologia) que se manifestaria precozmente proyectado en alguna disciplina como la música (Mozart), la literatura (Shakespeare) o la ciencia (Einstein), sin embargo en mi opinión esta idea no hace sino relegar el genio a un aspecto puramente administrativo, utilitario o disciplinar. ¿Si el genio no dominara ninguna disciplina como se manifestaria? Siempre me pregunté eso cuando reflexionaba sobre el asunto, porque en nuestra categorización del genio hay algo de tautológico, "es un genio aquel que ya ha demostrado serlo", es la postura fácil, pero ¿como reconocer al genio antes de haberse manifestado?.

Asi que he buscado y buscado una definición que me satisfaga durante años hasta que la encontré en el libro de Campbell (1946) acerca del psicoanalisis del mito, dice refiriendose al talento especifico de la genialidad:

Es mas bien una negativa deliberada y aterradora a dar otra respuesta que no sea la más honda, la más alta y la más rica a una demanda desconocida, de un vacio interior en espera, una especie de golpe total o rechazo a los términos que ofrece la vida como resultado de lo cual su fuerza transformadora lleva el problema a un plano de nuevas magnitudes donde repentina y finalmente se resuelve.

Campbell lleva el dilema de qué es un genio a otro lugar distinto al de las habilidades, el éxito editorial o mediático o la "profesionalidad" del músico o pintor precoz, nada de esto hace falta para descubrir al genio pues la genialidad no es un talento, ni una hablidad sino una manera de pensar y reaccionar ante una llamada que se inclina por la generosidad, por el entusiasmo y por la exhuberancia, a veces por el exceso, otras veces por el autosacrificio, pero siempre con el sentido de misión porque el genio sería de todos aquellos que sienten esta llamada, uno de los pocos que la atienden.

Eso es lo que yo soy, sin duda alguna, un entusiasmat, ahora comprendo por qué tengo tantos enemigos y tantos admiradores a distancia, un genio con independencia de las habilidades o profesionalidad del experto que tambien puedo ser.

Quise ser un genio pero ahora ya se lo que es.

Lo que soy.



martes, 5 de febrero de 2008

Antes de dejar de fumar, léame: Yo nicotino

La nicotina es la droga que inhalamos con el tabaco. El interés farmacológico de esta
sustancia es que produce tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia, al margen de la toxicidad del humo de los cigarrillos que no es objeto de este blog. Sus efectos en el SNC, son la potenciación de la cognición y la disminución del apetito.

La nicotina encuentra en el interior de nuestro cerebro un sistema especial de neurotransmisión al que unirse. Podriamos decir que la acetilcolina es la nicotina cerebral y es en la sinapsis colinérgica (o nicotínica) donde la nicotina va a ejercer sus funciones de neurotransmisión.

Mientras la cocaína provoca una inundación de dopamina en las sinapsis dopaminérgicas, el efecto de la nicotina es mucho más sutil, no va a inhibir la bomba de dopamina como la cocaína, sino que va a bloquear el receptor colinérgico postsináptico de un modo breve, al tiempo que facilita la liberación de acetilcolina en las sinapsis. Sin embargo la curiosidad del efecto de esta droga no procede de la intensidad de su mecanismo de acción (que es mucho más débil que el de la cocaina) sino que viene determinado por su administración diaria y pulsátil:

Este flujo y reflujo continuo de acetilcolina en las sinapsis es mucho más importante para entender su mecanismo de acción que el puramente químico, dado que en definitiva y como sabemos todo mecanismo cerebral de recompensa encuentra su última explicación en la via mesolimbica de la dopamina, un metasistema que regula a todos los demás. Efectivamente la via colinergica no se caracteriza por ser especialmente placentera, pero todo parece indicar que cualquier estimulo proceda de donde proceda que sea capaz de alcanzar en última instancia la via dopaminergica tiene el premio de refuerzo de la conducta adictiva.

Una de las razones por las que la nicotina es adictiva es esta continua estimulación pulsátil de la dopamina, que ejerce un efecto interruptor en la dosis y el ritmo de las bocanadas de humo, refuerzo que al provocar un ligera euforia opera como automatismo para encender el próximo cigarrillo. Probablemente el síndrome de abstinencia se produce por la sensibilización de los receptores colinérgicos que acaban adaptándose al flujo y reflujo de la nicotina exógena mediante un mecanismo de up regulation (regulación al alza), es decir aumentando la sensibilidad y el numero de receptores postsinápticos. Dar tiempo a estos receptores para que se adapten de nuevo a vivir sin tabaco es el objetivo de un tratamiento de deshabituación, para lo que se han recomedado los parches de nicotina que tienen la desventaja para el fumador empedernido que la administración de nicotina no es pulsatil sino continuada.

Probablemente esta clase de administración no procura el placer (subidón) de la bocanada pero asegura una protección del complejo colinérgico de tal modo que minimiza el síndrome de abstinencia al mismo tiempo que se puede disminuir la dosis según la tolerancia a los síntomas de retirada individuales.

Además podemos utilizar el bupropion, un antidepresivo dopaminérgico con cierto perfil noradrenérgico que opera a otro nivel: asegurando la entrada de dopamina en la vía mesolímbica de refuerzo. Por la misma razón que en el caso anterior el placer que se extrae del cigarrillo no puede ser sustituido por ningún agente químico aún coincidiendo en su íntimo mecanismo de acción, a cambio el bupropion asegura una estimulación cognitiva y sexual nada desdeñable. Al mismo tiempo impide que el sujeto que abandona la nicotina gane peso.

Existen razones de hábito y razones psicológicas que hacen del cigarrillo algo placentero y que hacen que ni los parches, ni el bupropion puedan sustituir las sensaciones placenteras de la nicotina inhalada. Estas razones proceden por un lado de la administración pulsátil del que ya he hablado y otras de la disponibilidad del refuerzo.

Efectivamente el fumador se estimula a si mismo, con facilidad mediante un tóxico fácil de conseguir, el estimulo es a corto plazo, y es dependiente de la voluntad y de la sensibilidad individual al refuerzo. El refuerzo en si mismo es de baja intensidad pero puede ser regulado y es además ambiguo, sirve tanto para tranquilizarse como para excitarse y aumentar o potenciar la cognición o como ritual antes de dormir.

De manera que para dejar de fumar hace falta ayuda profesional, no basta con sustituir la nicotina o tomarse una píldora, existen millones de gestos, palabras, situaciones sociales o recuerdos que nos vinculan con la nicotina, demasiados para un hombre solo.

Editoriales

Mito, narrativa y salud mental