martes, 29 de mayo de 2007

Precariedad y abundancia: la extraña pareja

Estoy suscrito a varias listas de correos de escritores y de lo que allí se escribe o cuenta llama la atención las quejas de sinsabores relacionadas con las editoriales. Todos se quejan de desprecios, marginaciones y falta de ganas de publicar lo que sin duda es una gran obra, la suya. Hoy he leído una historia muy ingeniosa de un escritor que además lo hace muy bien, cuyo relato de ficción comenzaba así, ¿qué sucedería si Kafka fuera hoy con su manuscrito del “Proceso” a una editorial?
Lo que me sorprende es que la gente no sepa en qué mundo vive y lo peor: que no sepa qué lugar ocupa él mismo en esa pirámide que es la vida, al menos la vida pública, una especie de desubicación sobre las reglas que gobiernan este mundo. Lo más curioso no es que el escritor mencionado se compare nada más y nada menos que con Kafka, porque ya he caído en la cuenta de que todo el mundo que escribe se considera un gran escritor y un escritor maldito al que las editoriales condenan de manera irracional al ostracismo. Lo que parecen ignorar es que si Kakfa fuera hoy con sus manuscritos le tratarían igual o peor que a ellos, pero no porque le consideraran mal escritor sino porque hoy ya nadie lee salvo a sí mismo. Es verdad que además de eso a nadie le interesa la literatura kafkiana, pues ya ha habido un Kafka y la gente no está para relecturas o plagios, la poca gente que lee ahora solo lee lo que siempre ha leído el pueblo: la bazofia que Marx llamaba "el opio del pueblo", literatura fantástica tipo "Harry Potter" y cosas así, pero no hay que alarmarse porque al menos alguien aun lee y no pretende ser escritor.
Este señor a quien no le negaré que escribe muy bien no sabe que J. L. Borges publicó casi toda su obra con su propio pecunio y que ya era bastante mayor cuando se le descubrió y reconoció, pero da igual porque a Borges le pasaría hoy lo mismo que a Kafka. Puesto que el mundo que ahora tenemos en gran parte se debe a ellos, ellos fueron compañeros de bifurcación y esto es lo que ha quedado. Basta pasearse por blogs y webs de Internet para darse cuenta de cuanto ingenio existe en la red, de cuantos genios desconocidos, de cuanto artista sublime. Incluyo a la gente vulgar que se dedica a la pornografía o al fútbol, todos derrochan ingenio, creatividad y a veces hasta originalidad. Si toda esa sabiduría se descongelara de golpe ¿qué sucederia? ¿Habría lectores suficientes para tanto genio anónimo? El problema no es tanto de racaneria de las editoriales sino de sobredosis de genios. Al descongelar el potencial creativo de los humanos Internet lo que ha hecho ha sido propiciar y diseminar una revolución similar a la de la "liberación de la mujer". El mundo ha cambiado desde entonces y las peores paradas: las mujeres que a veces pagan con su vida su liberación, o en menor grado con su fibromialgia o su depresión ¿es que alguien pudo pensar que después de descongelar una energía tan enorme el mundo iba a permanecer igual? ¿es que alguien pensó que la posibilidad democrática de tener un blog (o varios) con la descongelación pertinente de las energías creativas de los genios anónimos iba a corresponderse linealmente con el interés de los editores y el dinero o el éxito iban a venir de la mano de tan preciado producto?
¿Es que no saben que lo que va suceder es precisamente lo contrario?
Que es precisamente porque todos tenemos la oportunidad de escribir que la literatura corre un serio peligro.
Si es que hubo alguna vez buena literatura.
Si es que no era más que una ilusión de la precariedad.

jueves, 24 de mayo de 2007

¿Son saludables las ciudades?


Todos los estudios epidemiológicos señalan con testarudez que las enfermedades mentales son más frecuentes y graves en las ciudades que en el medio rural, lo que significa que algo hay en la manera de vivir en las ciudades que causa un gran malestar en los humanos. Este malestar puede interpretarse como una mayor complejidad en el entramado social, pero también puede definirse como una mayor sensación de aislamiento y dificultad para tejer redes sociales de apoyo en el anonimato de la gran ciudad que el que soportan los individuos que viven en el campo, lo que explicaría como efecto secundario el que un enfermo mental en una ciudad tenga peor vida de la que tendría en una comunidad pequeña incluso viviendo solo en el campo. El ser humano es un ser gregario y está adaptado a vivir en pequeñas comunidades de unas cien personas, el fenómeno de convivir en megalópolis de más de un millón de habitantes es algo relativamente reciente en tiempo evolutivo y que se debe a la revolución industrial, aunque el invento de las ciudades se remonta al neolítico con el advenimiento de la agricultura y la acumulación de excedentes. Es verdad que en las ciudades se acumulan más recursos que en las pequeñas comunidades campesinas y que tienen un efecto llamada para todos aquellos individuos que de alguna manera se han escindido de su grupo original, excéntricos, extravagantes, desviados sexuales, toxicómanos, esquizofrénicos crónicos, o simples pordioseros acuden a la ciudad por razón de que en ella se acumulan sobrantes alimentarios y de toda índole y el anonimato es sólo posible en estos grandes entornos. El fenómeno de los "sin techo" (homeless) alumbra precisamente lo que quiero decir, la ciudad opera como un atractor para determinados individuos, los parias del mundo, pero también a los que se sienten perseguidos y a los disidentes sexuales. Algo que resulta contradictorio con el hecho de que la mayor parte de los individuos que viven en una ciudad soportan más ruido, contaminación, incomodidades y estrés que los que viven en entornos más humanos y que hace comprensible que a la menor oportunidad traten de escapar de la gran ciudad solo para atascarse en un embudo de automóviles que se repite periódicamente y que no parece hacer desistir a nadie de volverlo a intentar el próximo fin de semana.

La contradicción estriba pues en que la ciudad parece atraer a algunos y parece repeler a otros, pero tanto los que escapan como los que acuden están de acuerdo en algo: en las ciudades existen excedentes y por eso la mayor parte de la población se amontona o hacina en ellas. Me refiero naturalmente a excedentes económicos, puedo afirmar pues que la gente vive en ciudades porque en las ciudades se vive mejor (en tiempos de paz), de acuerdo con nuestras pretensiones o expectativas de vida, aun al precio de intuir que en ellas se paga un alto precio por estas comodidades. Este precio suele ser una enfermedad o un trastorno mental pero hay que decir que es precisamente en las ciudades donde cualquier malestar puede ser atendido de acuerdo con nuestra expectativa asistencial con una mayor eficacia que en el campo donde los servicios sanitarios son por descontado menos sofisticados.

En mi opinión la causa del malestar en la ciudad no procede sólo del aislamiento, la razón es que existen personas que están perfectamente adaptados a un entorno de pobreza de estimulación pero que enferman cuando las sometemos a un ambiente sobrecargado de estimulos, me estoy refiriendo a las personalidades del taxón esquizotipico. Es precisamente la gran ciudad lo que las enferma a partir del bombardeo casi continuo de estímulos y la imposibilidad de escapar de ellos. Naturalmente la complejidad de la vida en la gran urbe no puede liquidarse con el único recurso al aislamiento o la pobreza del apoyo social que puede conseguirse en ellas, pero el resto de consideraciones serían incluso más difíciles de medir que las anteriormente citadas.

domingo, 20 de mayo de 2007

Jethro Tull en Castellón

La edad no perdona, pero hacer "bolos" a una determinada edad no tiene perdón. Ian Anderson y su grupo han estado en Castellón levantando nostalgias que deberian haber permanecido congeladas, pues todo aquello que se descongela es después de descongelado un desecho. Asi sucedió con nuestros recuerdos. Anderson ha perdido la voz, la solemnidad y hasta la gracia de su "perfomance" de músico ambulante y titiritero.
De toda la actuación me quedo con "My God", un tema misterioso y con cierto sabor arcaico, que no precisó de grandes malabarismos vocales. Eso si, sin su flauta los "bolos" de Ian serían como los de Serrat sin su "vibrato": insoportables.
Se trata de una actuación del 2000, ahi aun tenian algo de pelo y algo de pasión.

Todo ha terminado.

jueves, 17 de mayo de 2007

Histérica antigua, histérica moderna

La existencia del hombre actual está atravesada por el sentimiento informe del horror. Desde la violencia urbana de los “hooligans” hasta los conflictos laborales, familiares, internacionales o locales están teñidos por el miedo, penetrados por el pavor.


No llamemos salvajismo a esas bacanales de fin de semana, con mobiliario urbano destrozado o puñaladas por la espalda en la puerta de las discotecas por una masa informe descerebrada, llamemosle por su nombre, llamemosle horror.



No somos mas violentos que los salvajes, sino que hemos perdido la capacidad de serlo y por eso reaccionamos con violencia ante situaciones "contagio" como en el fútbol, en el hogar con eso que ha venido en llamarse "violencia de genero" o en nuestra vida privada, peor cuanto mas socializada se encuentre. No se trata tan solo de que hayamos perdido las inhibiciones que ponían a buen recaudo nuestras pulsiones mas agresivas, es algo más profundo, se trata de una violencia anómica, estúpida, que no persigue ningún fin, la gente no se pelea por antagonismo, por dinero o por poder (los hay que también), sino por indiferencia. La gente se ha vuelto absolutamente indiferente a todo lo que le rodea incluyendo a las manifestaciones de la violencia, nos hemos hecho insensibles a la violencia, al dolor y al hambre, nos hemos hecho insensibles a casi todo lo que nos rodea puesto que no nos reconocemos ya en ninguna otra cosa sino en el impacto de lo real sobre nuestro deseo. En esa colisión vivimos y a través de sus intersticios nos desangramos simbólicamente, una vez despojados de todo lo humano que había en nosotros antes de la gran evasión que supuso el blanqueamiento del mal, el blanqueamiento o desdibujamiento de esa línea delgada que separa lo simbólico de lo real, nos encontramos exánimes, sin alma.

La anoréxica no tiene miedo a engordar como ella misma declara sino que sólo dispone de dos mecanismos para lidiar con la pulsión: la expulsión y la repulsión. Despojada de su registro simbólico ¿como lidiar con el eterno conflicto femenino que supone la confrontación de la realidad con el deseo de ser atractiva? En las neuróticas clásicas este conflicto se hallaba de alguna forma simbolizado, la histérica de antaño simplemente se especializaba en la seducción, un mecanismo artístico en cierto modo que la llevaba a un continuo despliegue de estrategias para asegurarse un publico "entregado", algunas incluso lo conseguían, pero ahora nuestras histéricas ya no recurren a la seducción sino a la épica, ¿para qué gastar tiempo en seducir a nadie, si podemos simplemente pasar al acto y fornicar directamente con quien nos venga en gana? Esta es la diferencia que existe entre la histeria clásica, una mujer seductora que prometía mucho y no daba nada de los desarrollos ultramodernos tipo “border-line”: mujeres que no prometen nada pero lo dan todo y que lo dan de entrada, sin condiciones.
Es el miedo el que provoca ambas conductas, el miedo a no resultar atractiva, a no dar la talla, a haber perdido por la edad la capacidad de seducir, pero mientras en el primer caso podemos observar cierta capacidad para simbolizar la decepción, el rechazo o la odiosa comparación con el resto de mujeres, en el segundo caso podemos ver como opera la repugnancia del vómito, la expulsión de todo valor simbólico, la negación de la naturaleza humana y la vuelta al automatismo o a la inhumanidad.
El vómito de las bulímicas es una forma de expulsión, de exorcismo mágico mediante el cual la mujer "expulsa" todo aquello de nocivo que encuentra dentro de sí, como un demonio encarnado en esos kilos de más , en esas cartucheras que imponen de inmediato una comparación con todas esas imágenes desprovistas de defectos que pululan por televisión. Lo nocivo no puede transformarse, no puede neutralizarse o compensarse con los valores porque han sido excluidos de lo simbólico y arrastrados hacia lo real y ya nadie cree en ellos, ni siquiera de forma laica, porque toda ética ha sido despresurizada y reconvertida en un menú desplegable de deseos a los que todo el mundo tiene derecho:
Derecho a la vida, derecho a elegir el sexo, derecho a elegir la orientación sexual, derechos diseminados por un poder que difunde hasta el paroxismo la idea que las fatalidades pueden cambiarse. ¿Cabe un mito más estúpido que decir que tenemos derecho a la vida?
La vida o la muerte no son derechos sino nuestro destino, una fatalidad o una maravilla, pero un destino ineluctable ante el que sólo cabe una posición: el acatamiento.

lunes, 14 de mayo de 2007

Montando ciber-modelos

En esta web puedes crearte un avatar, o bien un fetiche para tu blog o web:






Hoy ya no se puede estar sin avatar, hasta Llamazares tiene uno:



Aqui puedes construirte un nuevo look como este: no da mitines, sólo baila.

sábado, 12 de mayo de 2007

Radio personalizada

Puedes personalizarte una radio con tus estilos o artistas favoritos en:
http://www.finetune.com

Como esta:

jueves, 10 de mayo de 2007

El fulgor de la ingenuidad




Viajar es hoy para el ciudadano común la unica manera de experimentar la sensación de estar en alguna parte, ser poseído por algo superior a él mismo, aunque la mayor parte de la gente hace trampa pues el verdadero viaje es aquel sin retorno, sin billete de vuelta, la escena primitiva, primordial. En realidad con el viaje nos sucede lo mismo que en la relación con los demás, la autoexpulsión o la autoliberación sustituyen la curiosidad a diferencia del viaje tal y como lo entendian los antiguos: el descubrimiento de lo Otro, de lo diferente.
Lo que buscamos en el viaje hoy no es el intercambio o la adquisición de conocimiento, sino ser poseidos por él, igual que hacen esas personas obsesionadas por el deporte, no es por higiene, ni por adelgazar que se someten a estas disciplinas sino para no pensar, para abismarse en una sensación fisica de extenuación, única oportunidad para algunos de sentirse vivos, de sentir que ocupan un espacio en el mundo, de tener una experiencia interna.
Nada hay más próximo al viaje que la fotografía, pues las fotos más hermosas son las que se hacen a los salvajes, a esas personas cuya mirada inocente planta cara al objetivo como el torero planta cara al toro, pues ningún inocente sabe que tiene una imagen, sólo siente que se le captura el alma, se trata de un cara a cara con la muerte. El no es cómplice del objetivo como hacemos nosotros -malos modelos-, ni trata de seducirlo, carece de interioridad, de subjetividad. El cuerpo sólo puede recuperar su mirada cuando se libera de las imágenes, es entonces cuando recupera la imaginación.
Las personas más fotogénicas son pues aquellas que se encuentran más cercanas a lo inhumano, por eso los objetos inertes son tan fotogénicos, por eso las mejores fotografias son siempre fotografías de desastres, de crimenes, de accidentes y por eso Marilyn está considerada un icono sagrado para la fotografía, el arte de capturar lo dramático, de violar, sorprender, revelar lo que jamás debería haber sido desvelado, el secreto íntimo que aguarda cada ser en su registro simbólico. La imagen es el velo, la mascara es el velo, el espejo es el velo, la fotografia rompe todas las máscaras, los espejos, la imagen se transforma en imaginación.

sábado, 5 de mayo de 2007

Baudrillard y la hiperrealidad


Jean Baudrillard, Bryce Echenique Silva
Vídeo enviado por presenciacultural

jueves, 3 de mayo de 2007

Enfermar de hiperrealidad

El pasado dia 1 de Mayo y a partir de unas cuantas casualidades comencé un nuevo proyecto. Se trata -como no- de un nuevo blog. En él pretendo explorar las relaciones que existen entre las enfermedades de la opulencia, conocidas como enfermedades de la postmodernidad y la hiperrealidad. A partir de algunas ideas extraidas de Baudrillard comencé a deshojar la margarita de la simulación, me pregunté ¿tiene algo que ver el mundo en que vivimos, con su plétora de estimulos procedentes de los medios de comunicación y las formas que el sufrimiento humano ha tomado desde los años 70 hacia aqui?
Es poco discutible que las enfermedades mentales y el sufrimiento mental son morfoplásticas y adoptan presentaciones distintas segun la cultura en las que se desarrollan. El contexto define los síntomas, moldea la presentación de la enfermedad y le adjudica un sentido cultural. Aunque las enfermedades sean las mismas su mascarada clínica cambia y aún: algunas enfermedades sólo pueden presentarse en determinados contextos. Existen enfermedades típicas de entornos carenciales y enfermedades que sólo se presentan en entornos opulentos, pongo por caso la anorexia mental, pero tambien podría hablar de los trastornos por impulsividad, la violencia anómica o la hipocondria social.
En ese blog que he titulado "La nodriza de las hadas y el Rey carmesí", exploraré el impacto de los estimulos de la publicidad, politicos, mediáticos y aquelos procedentes de las nuevas tecnologias como Internet sobre el psiquismo humano y cómo pueden haber permutado o modificado nuestro sentido de la abstracción o interferido en nuestro sentido de la realidad.

Editoriales

Mito, narrativa y salud mental