La edad no perdona, pero hacer "bolos" a una determinada edad no tiene perdón. Ian Anderson y su grupo han estado en Castellón levantando nostalgias que deberian haber permanecido congeladas, pues todo aquello que se descongela es después de descongelado un desecho. Asi sucedió con nuestros recuerdos. Anderson ha perdido la voz, la solemnidad y hasta la gracia de su "perfomance" de músico ambulante y titiritero.
De toda la actuación me quedo con "My God", un tema misterioso y con cierto sabor arcaico, que no precisó de grandes malabarismos vocales. Eso si, sin su flauta los "bolos" de Ian serían como los de Serrat sin su "vibrato": insoportables.
Se trata de una actuación del 2000, ahi aun tenian algo de pelo y algo de pasión.Todo ha terminado.
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