martes, 22 de julio de 2008

La muerte y la doncella


La muerte y la doncella son el mismo titulo de dos cosas distintas: una es un quinteto de Schubert mediante el cual el maestro inaugura la modernidad musical, la otra es una película de Polansky en la que una desquiciada superviviente de torturas en alguna dictadura sudamericana se encuentra por casualidad con su torturador, la pelicula describe los pasos en que el deseo de venganza se articula con la moral democrática encarnada por un marido abogado comprometido con la causa de los desaparecidos pero que en la actualidad espera un cargo político en el recién inaugurado gobierno democrático, el mismo que se supone debe instaurar la justicia y devolverles a las victimas su dignidad.
La película -que discurre en un entorno claustrofóbico- reproduce la escenografía de un juicio singular, puesto que es el marido el que debe defender al cautivo mientras que la parte fiscal corre a cargo de la torturada que está segura de que a pesar de los cambios fisionómicos que el tiempo ha provocado aquel hombre es su torturador, que la violó sistemáticamente durante su cautiverio y que la humilló, torturó e interrogó mientras duró su secuestro para que delatara al que precisamente hoy es su marido, un flamante ministro de justicia en ciernes.
La tesis de la película es bastante simple: la justicia tan y como la entendemos en entornos democráticos nada tiene que ver con las necesidades de restitución de las victimas. Todo pareciera indicar que la justicia no está hecha para devolverles a las victimas su dignidad sino más bien para asegurarse de que los delincuentes cuenten con todas las garantías que el Estado de derecho les reconoce, incluyendo el derecho a mentir.
Es precisamente el derecho a mentir de los acusados lo que se opone a la restitución de la dignidad de las victimas que casi siempre y como sucede en la película de Polansky no persiguen directamente la justicia en el sentido de reposición que proporciona la pena ni mucho menos la venganza mosaica del diente por diente, las victimas persiguen el derecho a perdonar a sus agresores.
Y es eso precisamente lo que no pueden hacer en tanto y cuanto sus agresores de ayer siguen siendo sus agresores de hoy legitimados por el derecho a no reconocerse como agentes del mal causado. No es posible perdonar a quien no muestra signos de arrepentimiento y que además niega ser el autor del atropello buscando su defensa en la negación de las evidencias.
La justicia es un mal compañero psicológico de las victimas de todas las especies, pues no sólo no restituyen el daño recibido sino que se empeñan -en defensa de su propio discurso- en reavivar y reverdecer las heridas en bien de la defensa de los derechos de los agresores.
Por eso, porque conoce muy bien los recovecos del sistema de justicia de su país, Paulina (Sigourney Weaver en la película) decide - no tanto tomarse la justicia por su mano- sino conseguir lo único que puede consolarla del daño recibido: la confesión de su agresor. Y lo hace sometiéndolo a una tortura parecida a la que ella misma recibió: a través del secuestro y la intimidación cuando no de la tortura física.
Pero al final consigue sus propósitos y consigue una confesión en regla que la deja satisfecha a cambio de dejar al agresor en libertad, el final de la pelicula es una escena familiar donde ambos matrimonios coinciden en el concierto del quinteto de Schubert, el mal ha sido exorcizado y la verdadera justicia se ha impuesto a esa especie de discurso vacío que nuestros Estados democráticos han implantado para la misma: una verdad formal que no logra contentar a nadie y que consigue que cualquier ciudadano que haya sido victima de una agresión se lo piense dos veces antes de meterse de lleno en ese submundo juridico donde las cosas pueden torcerse de tal modo que llegue a parecer que la victima es la causante del daño que en cualquier caso nunca tendrá reparación.

Si la justicia y la psicologia humanas andan divorciadas lo mismo sucede con la información y la verdad. Hoy mismo ha tenido lugar en Castellón un accidente de tráfico del que han dado cuenta los informativos de todo el Estado precisamente por la brutalidad de la colisión (esta es la noticia)
frontal que ha tenido lugar cuando un vehiculo de alta cilindrada ha invadido por razones que se desconocen (sic) el otro carril arrollando a cuatro ciudadanos que por alli, en su dia de mala suerte, pasaron.
La noticia -que parece una más en el verano- carecería de interés si no pusiera sobre la mesa, el tema de los suicidios al volante, más conocidos como conductores kamikazes, una epidemia en nuestro país similar a lo que se conoce con el nombre de violencia de género y que está emergiendo a marchas forzadas.
Es muy poco probable que lleguemos a saber si se trataba de un suicidio o no, pero al igual que en el caso de la pelicula de Polansky creo que lo que está en juego es otra cosa: el sentido de la responsabilidad y sus relaciones de vecindad con la culpa y sus exenciones.
En este caso me refiero al sentido de responsabilidad de los informativos, concretamente de canal 9 que aseguraron que al parecer el conductor que perdió el control de su vehiculo y que invadió el carril contrario padecía "problemas psicológicos"
Alguien debería decirles a estos periodistas que cuando sucede algo asi, si se apela a problemas psicológicos se está justificando un crimen, o dicho de otro modo se está erosionando el sentido de la responsabilidad de los que escuchan la noticia, puesto que si alguien tiene problemas psicológicos todos tendemos a pensar que esa persona estaba enferma mentalmente y entonces todo queda explicado pues para el sentido vulgar la enfermedad mental exime de la responsabilidad individual.
Claro que la trampa informativa está precisamente en esa frase "problemas psicológicos", ¿qué significa exactamente esa frase? ¿una enfermedad mental ya diagnosticada? ¿qué iba borracho o drogado? ¿que era un disidente politico?¿o que era un tipo intratable?
Bajo ese epígrafe de "problemas psicológicos" cabemos toda la población, pero aunque los medios de comunicación tienen la obligación de informar no están obligados a decir toda la verdad, no tienen porque disminuir el umbral de responsabilidad de los ciudadanos haciendo alusión al enlace entre el accidente -claramente criminal por la velocidad a la que se desplazaba el vehiculo- y los problemas psicológicos, que en cualquier caso no son una justificación para ir a una determinada velocidad.
Y una predicción: estos accidentes proliferan en función de la publicidad que se hace de ellos, ¿no existe ya una epidemia de kamikazes que han descubierto como dar sentido a su muerte ya que no la encontraron para su vida?
Cada vez que un periodista alude a problemas psicológicos no solamente miente,- puesto que en todo caso tendría que hablar de enfermedades psiquiátricas-, sino que está dando una justificación e ideas a los que mañana invadirán el carril contrario.
Pero en nombre del sagrado derecho a la libertad de información habremos de callar. Otro sacramento como la sagrada justicia democrática que nunca restituye nada.

miércoles, 4 de junio de 2008

Melatonina no, Agomelatina si

La melatonina es un neurotransmisor del que cada dia se sabe más debido a la evidencia de sus acciones sobre el bienestar general y sobre el sueño, sin embargo es aun mal conocido si lo comparamos con su predecesor, la serotonina. Sabemos que la melatonina se sintetiza en la glándula pineal a partir del triptófano y la serotonina, es pues el derivado final del metabolismo de la serotonina. Aunque siempre se había considerado a la melatonina como una hormona, hoy se sabe que es un neurotransmisor presente en el ojo, la piel y el intestino además del cerebro, desconociéndose en parte el papel que juega en estos órganos. Sabemos que existen dos tipos de receptores para recibir a la melatonina, los receptores MH1 y MH2.

Se trata de un medicamento "huérfano" que en España no se encuentra comercializado por tratarse de una sustancia natural que no implica patente, pero si en otros países donde recibe tratamiento de complemento dietético siendo su venta libre a pesar de ser un psicofármaco. La razón de esta contradicción es que -como siempre- no puede patentarse al tratarse de una sustancia natural y hay pocos laboratorios -al parecer- interesados en su venta. Otra de las razones es que sus efectos en gran parte son paradójicos y no se hallan plenamente contratados a pesar de haber sido explorados sus efectos en estudios bien acreditados, incluso en nuestro país.

La melatonina se produce de manera natural en nuestro cerebro y su síntesis tiene que ver con dos variables, la luz y la edad. En principio se supone que la melatonina "informa" a nuestro organismo de la hora, y lo hace en función de la luz. Es decir su síntesis crece en la oscuridad realizándose un pico en la medianoche. Es la hora de irse a dormir parece querernos decir nuestro reloj biológico. La edad interfiere en la síntesis de melatonina de manera que tanto los niños como los ancianos tienen menos cantidad disponible de melatonina circulante, aunque al parecer lo que más "marea" a la melatonina es el cambio de huso horario y los cambios en los patrones del sueño, en las personas que hacen largos viajes en avión o tienen turnos de trabajo donde alternan sueño de día y trabajo de noche.

La melatonina fue ensayada por tanto en los trastornos del sueño, donde al parecer se comporta -como antes decía- de forma paradójica, pero en mi opinión la melatonina no debe utilizarse como un inductor del sueño, porque no lo es. La melatonina es un buen sincronizador de un sueño alterado por las razones que más atrás nombré, pero no es ni de lejos un inductor del sueño y menos aun un tranquilizante. Lo que si es es un magnifico antioxidante y quizá por ello muchas personas mal informadas lo consumen como un medicamento milagroso, para retrasar el envejecimiento o contra el estrés. Una de las razones que apoyan su uso en situaciones de desgaste es su efecto antiglutamato, es decir que a lo mejor la melatonina se comporta como un neuroprotector como la memantina o la citicolina es decir como un bombero de las sinapsis: hay que recordar ahora que el sistema del glutamato es excitatorio e interviene de pasada en todas aquellas situaciones de estrés sináptico donde hay muerte celular (apoptosis) y no hay más que recordar que la mayor parte de estresores en las sinapsis dependen del oxigeno, es decir se trata de estrés oxidativo. En este sentido la melatonina sería un antioxidante poderoso, más potente que la vitamina E.

La melatonina está en ensayo para algunos tipos de cáncer de colon, se ha utilizado en el colon irritable, colitis ulcerosa y también se está ensayando en niños hiperquinéticos. Sus indicaciones contrastadas son el insomnio por desfase de huso horario (jet lag), por cambio de fase (turnicidad) o por adelantamiento de fase, algo muy común que sucede en los ancianos y donde siempre se puede ensayar antes que tomar ansioliticos o sedantes una situación muy común pero que tiene escasa base científica y práctica .

Los laboratorios Servier, una empresa francesa es una vieja conocida de los psiquiatras por su malogrado fármaco Amineptina que llevaba el nombre comercial de Survector y que fue retirado del mercado por supuestos efectos secundarios nunca aclarados del todo. Al parecer la mala suerte de este antidepresivo estaba relacionada con su acción dopaminérgica, en aquel momento aun no habia aparecido en el mercado el potente Bupropion que por razones que se me escapan nunca fue comercializado como antidepresivo sino como fármaco para aliviar el síndrome de dependencia a la nicotina, por esta razón nunca fue financiado por la seguridad social. Ahora parece que GSK la empresa investigadora y comercializadora del Bupropion va a relanzarlo como antidepresivo.

Pues bien son los laboratorios Servier los que van a lanzar la agomelatina que es una molécula de síntesis que tiene dos acciones:

  • Una acción agonística melatoninérgica, es decir la agomelatina opera como un alelo quimico de la melatonina reproduciendo su acción.

  • Otra acción bloqueadora de los receptores 5-HT2A, una acción antidepresiva

En este sentido la agomelatina es un antidepresivo que además de tener este efecto opera como un agonista de la melatonina natural, es decir provocando un pico de secreción durante el sueño lo que mejora tanto el sueño propiamente dicho como la temperatura corporal, disminuyendo ese grado que se precisa para dormir. Es precisamente eso lo que les pasa a los depresivos: que regulan mal su temperatura y además que no secretan la suficiente melatonina. Al parecer estos dos efectos son los responsables de los trastornos circadianos que se observan en la depresion y que hasta el momento ningún antidepresivo habia conseguido arreglar por sí mismo.

O sea una melatonina plus, habrá que ver si es mas cara o mas barata que la melatonina y el prozac juntos. Pues eso es la agomelatina y nada mas que eso.

Consultar precios de la melatonina. Y no se crean todo lo que lean.

Nota: La agomelatina aun no tiene precio en españa pues aun no ha sido aprobada.

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jueves, 29 de mayo de 2008

Las palabras ellas solas

Las palabras son cáscaras vacías, no son en ellas mismas nada, sólo una matriz aristotélica, la hilé-morphei, el continente que espera un contenido para poder ser dicho. Las palabras se generan entre la boca, la laringe y el paladar, en esa caja vacía y hueca se genera el sonido que no será nada sin un interlocutor que dé forma definitiva a través del significado a lo que la palabra-significante evoca.
Observemos la palabra “creer”, observemos su ambigüedad. Creer es un verbo que evoca dos formas de comprender el mundo. Por una parte significa creer en algo, es decir aceptar sin pruebas de que ese algo equivale a la condición que se le propone. Creer en Dios por ejemplo es aceptar que existe una realidad creadora y supraindividual que se manifiesta más allá de las pruebas que lo sustentan. Diferente es sin embargo “creerse Dios”, si observamos estas dos creencias de cerca observaremos que la única diferencia entre ambas es la existencia de una preposición, de un embrague: creer en Dios, es distinto a creerse Dios.
Esa preposición “en” delimita y diferencia dos ámbitos semánticos bien distintos: el ámbito de creer en algo del ámbito de creer-se ese algo. La segunda propuesta es autoreflexiva, autoreferencial, psicótica, mientras la primera es normal, pues no hay creencias delirantes sino sólo sujetos que deliran. Por extravagante, exótica o bizarra que nos parezca una idea, jamás esa idea en si misma podrá ser catalogada de psicótica, de patológica, pues no está en la palabra –en la creencia- el delirio, sino en la posición que ocupa el sujeto en ese delirio –en esa cadena de significantes-, algo que podemos averiguar precisamente a través de la construcción que ese mismo sujeto realiza a través del lenguaje, un lenguaje que carece de embragues. La locura es pues un descarrilamiento del lenguaje, una falta de preposiciones.
En el lenguaje común sabemos muy bien y de forma intuitiva a qué me estoy refiriendo: cuando decimos de alguien: “se lo tiene muy creido”, ¿qué queremos decir? No estamos aludiendo a la fe que uno tiene en sí mismo sino a algo más, queremos decir que esa persona ha logrado identificarse con una imagen de si mismo que a los demás se nos antoja como una exageración, como una hipertrofia que identificamos con la palabra vanidad u orgullo. Nada que ver con la necesaria “creencia” en uno mismo, algo que entendemos como un valor a diferencia de la autosuficiencia que detectamos en el vanidoso. “Creer en uno mismo” es distinto a “creerselo”, sea cual sea la virtud que sirve de apoyatura a tal creencia. Aun más, en las personas “que se lo creen” muy rara vez averiguamos de qué se trata, qué es lo que ellos se creen de sí mismos, nos parecen personas alejadas de la realidad, no sólo exagerados sino que también abrazaran mecanismos ilusorios para sostener tal creencia.

De igual modo sucede con los síntomas mentales, no es lo mismo “creer en un síntoma” que “creerse el síntoma”, nosotros los psiquiatras estamos obligados a creernos la queja de nuestros pacientes pero no estamos obligados a “creérnoslo”, como a veces hacen ellos, los sujetos que nos consultan porque ellos a veces han sido apresados por esa ausencia de preposiciones, de embragues que les llevan precisamente a “creerse” síntomas que no existen, o al menos que ellos han construido sin saberlo utilizando su libre albedrío y al que casi siempre ignoran, como si el síntoma fuera algo “que alguien puso ahí” o algo que simplemente les sucede sin que lleguen a intuir que el síntoma siempre es una construcción subjetiva e individual como un sueño.



miércoles, 7 de mayo de 2008

Violencia sexual antartica

Que el sexo es un engorro, ya lo dije yo en un post anterior (vease Sexo sin cópula), pero ahora ya no soy yo solamente quien sostiene tal teoría. Al parecer los etólogos andan preguntándoselo y escribiendo libros como éste de Garcia Leal titulado "El sexo de las lagartijas", en él el autor hace un recorrido sobre los aspectos evolutivos del sexo y la sexualidad a la espera de encontrar una respuesta a la gran pregunta ¿si el sexo consume tan gran cantidad de recursos, por qué la evolución optó por la reproducción sexual en dos individuos distintos y portadores de planes divergentes segun su género?

De la primera pregunta ya sabemos la respuesta: la evolución optó por la reproducción sexual para asegurar la variedad, sin embargo la segunda pregunta no tiene una contestación fácil, es el caso de los caracoles, hermafroditas ellos que se apañan bien consigo mismos sin necesidad de construir nidos, cantar dulces trinos o defender un harén de los intrusos.

Claro que la cópula tiene sus defensores, y esta semana nos hemos enterado de que en la lejana Antártida, una foca se ha cepillado a un pingüino, un hecho insólito porque hasta ahora no se conocia el trato carnal entre mamiferos y aves. La prensa amarilla se ha apresurado a rotular el caso como una "violación", una especie de violencia sexual ejercida por una foca enorme sobre un escuálido e indefenso pajarillo. Sin embargo, lo cierto es que no sabemos el sexo del autor de la agresión y aunque todo el mundo supone que era un foco, en realidad los investigadores no lo han podido comprobar. Tampoco se sabe el sexo del pingüino, pero de lo que si están seguros es que la copula no pudo ser consumada por impericia de la foca (o foco) que no encontró orificio, si es que los pingüinos tiene orificio o cloaca que tampoco lo sé.

El caso dará mucho que hablar porque en mi opinión evidencia que la naturaleza cada vez más se parece a la cultura humana por aquello de la violencia contra las mujeres, aunque he de repetir que nadie averiguó el sexo del pingüino que en cualquier caso era la víctima. No cabe duda de que se trató de un intento de violación, pues en todo caso la foca se entretuvo con esos movimientos coordinados innatos que llamamo coito unos tres cuartos de hora. Y digo yo que hay que tener aguante, aunque seguramente la foca no pudo introducir nada y todo quedó en un simulacro de coito.

Y esta es la cuestión.

Porque hay simulacros de coito tambien en la naturaleza cosa que ya saben los etólogos de todo el mundo y que los homosexuales interpretan como que la homosexualidad existe en la naturaleza.

Pues tambien la agresión sexual tal y como ya expliqué en este post.

Hasta las focas han descubierto ya que pueden acceder a los coitos virtuales y que todo está en fingir los movimientos sin que haya motivación alguna reproductiva, entonces ya ni la especie importa demasiado, la foca va al bulto. Los biólogos están convencidos de que la foca o el foco estaba frustrado/a tal y como les pasa a algunos violadores en serie, que no encuentran pareja para desfogarse, a veces de su pasión amorosa y a veces de otras pasiones que usualmente buscan su descarga a través del orgasmo.

¿Intento de coito, juego o confusión de identidad?

La foca era seguramente una foca perversa, tanto le daba o una foca disidente si es que entre los mamiferos marinos antárticos existe la disidencia politica.

sábado, 26 de abril de 2008

Mirando a Horus

Ayer dia 25 de Abril se presentó en Castellón, el yultimo poemario de Rosa Maria Vilarroig titulado: "Sine qua non: poemas astrologicos" donde la autora escarba en la mitologia y el lenguaje poético como una herramienta para unir micro y macrocosmos, personalidad y destino. Un libro muy recomendable editado por Huerga y Fierro.
El prólogo está escrito por mi y lo comparto con todos vosotros. Es éste:

¿QUIÉN CREE EN LOS HORÓSCOPOS?

A mí con los horóscopos me pasa lo mismo que a usted: no me los creo pero los leo al menos una vez a la semana por si acaso me estoy perdiendo algo. Y no crea que usted y yo somos bichos raros porque la mayor parte de la gente lo hace y se queda con cierta incertidumbre si su signo está mal aspectado y se encuentra como una noticia como ésta:

Tenga cuidado, y vigile su emotividad, esta semana es nefasta para usted si se deja guiar por su impulsividad, no discuta con sus jefes ni con su pareja y no tome decisiones que sean irreversibles. Mal momento para los viajes”.

A pesar de no creer en la astrología no conozco a nadie que no se sintiera perturbado por un pronóstico así: muchos los leen a escondidas y se olvidan inmediatamente de las predicciones pero todas las personas que conozco, todos, conocen su signo del zodíaco, algunos saben incluso su ascendente. Como curiosidad diré que no todas las persona conocen su grupo sanguíneo lo que nos habla del secreto interés por los signos del zodíaco. Además una pequeña minoría ha tenido acceso a que alguien les realice una carta astral; el resultado suele ser siempre el mismo: “me lo han acertado todo”. Claro, ellos creen que la carta astral es como una fotografía de su carácter, de su personalidad; nada más alejado de eso, pero no conozco a nadie que no esté de acuerdo con ese retrato astrológico, incluso yo mismo me siento muy identificado con todo lo que han interpretado de mi personalidad astrólogos expertos.

Claro que este descreer creyendo no sólo nos pasa con la astrología, también nos sucede con la muerte, ¿quién cree en su propia muerte? Nadie que yo sepa, aunque eso si todos sabemos que nos moriremos algún día, afortunadamente lejano, no hay que preocuparse pues demasiado: la muerte y la vejez son la misma cosa según esta manera de pensar. Y a los niños les pasa también con los reyes magos, no creen pero siguen creyendo y escribiéndoles cartas con sus juguetes preferidos animados por la descreencia de sus padres y abuelos. Esto de creer descreyendo es al parecer bastante frecuente, es algo que en psicoanálisis conocemos con el nombre de denegación, sabemos que ese algo está allí (existe o es real) pero nosotros nos comportamos como si no existiera o bien al contrario.

Se trata de un mecanismo vital para la supervivencia, ahora estamos en la creencia y ahora ya no estamos, una especie de magia que ahora nos convierte en creyentes y mañana nos apea de tal confrontación. Así funcionan todas las creencias, unas veces se está en ellas y al minuto siguiente uno ya no está, “nada por aquí, nada por allá” como en un juego de prestidigitación.

La razón por la que miramos nuestro horóscopo es por la necesidad de despejar la incertidumbre de la vida; no miramos el horóscopo para saber cómo somos –algo que ya sabemos– sino que lo miramos para saber hacia dónde vamos. El interés por nuestro horóscopo está relacionado con el hecho de poder predecir qué va a ser de nosotros, lo que nos interesa es nuestro futuro, nuestro destino, porque todos estamos persuadidos –en el fondo– de que el destino existe y es por eso, porque el destino existe que tenemos un destino, lo cual es al menos tranquilizador. Y lo lógico es que si el destino existe es porque se encuentra en alguna parte, en las estrellas quizá.

El interés por el destino nació –fue un invento– de los egipcios y coincidió con tres grandes hitos en la historia de la humanidad: el nacimiento de la agricultura, el nacimiento de la pertenencia o filiación y la preocupación por el futuro. En realidad el tiempo, hacia delante – futuro– y hacia atrás –pertenencia– son aspectos del nacimiento del pensamiento mítico que es uno de esos big bangs de la conciencia humana que vinieron a sustituir al pensamiento caducado de la era anterior, en este caso el pensamiento mágico de la conciencia humana.

El pensamiento mágico o tifónico no se preocupaba en absoluto del mañana y mucho menos del pasado, vivía al día, en el aquí y ahora, tampoco había una separación clara entre mente y cuerpo; para el hombre tifónico – preolímpico – entre el cuerpo y la mente no había separación, el hombre tifónico era un ser atemporal, él descubrió la muerte y la ausencia, la pérdida y la aflicción. El hombre tifónico inventó la melancolía como esa forma de retener en el recuerdo a nuestros seres queridos y la “ley del talión” para corresponder a las ofensas de nuestros enemigos. El Logos y la ley del padre aun no se habían inventado y nuestro hombre vivía de los favores de una lejana diosa de la fertilidad que sólo conseguía aplacarse con sacrificios humanos.

Pero esa domesticación de la naturaleza –y a su vez un don de la diosa madre– que llamamos agricultura vino a imponer al hombre un nuevo ritmo dependiente de los ciclos lunares y solares a fin de predecir las cosechas. No es de extrañar pues que la astrología naciera simultáneamente con la agricultura y la necesidad de predecir cómo iban a desarrollarse estos ciclos en relación con el interés de las colectividades que dependían de ella. La astrología y el oráculo nacieron después de que el hombre inventara el futuro y se interesara por el devenir.

Astrología y pensamiento mítico aparecieron simultáneamente en la conciencia humana, una es una técnica de predicción – la astrología– y el otro es un modo de pensar, un modo de pensar que tiene que ver con la narrativa individual, con el pasado y la continuidad, con la estirpe y la filiación, pasado, presente y futuro del héroe que se articulan en un nudo que permite saberse él mismo a pesar de haber cambiado, saberse el rastro de una biografía, como la huella del oso, sin ser el oso. El hombre quedó otra vez alienado por su necesidad de continuidad y los desgarros y accidentes se sucedieron en relación con esa ruptura continua de la experiencia. Por eso el hombre precisó contar, narrar su peripecia y por eso el mito –que se desarrolló mucho antes de que existieran registros escritos– posee una estructura fantástica y proteiforme alusiva al sujeto humano, siempre conserva su esencia de cuento, de narración que tiene que ver con las peripecias de alguien y también con su rastro pedagógico, con su pretensión cognitiva, articuladas usualmente con las andanzas siempre trágicas que se encuentran en la esencia de lo humano. El mito es pues un saber, una señalización como esos letreros que aparecen en las autovías y que nos señalan el número de muertos que llevamos desde principios de año, un conocimiento siniestro, precisamente por eso cotidiano, familiar, casi doméstico.

Como sucede en la época actual: Internet es una tecnología que ha nacido en el cénit del pensamiento egoico (racional) que se caracteriza precisamente por el individualismo y la alienación del cuerpo pero existe una traza que conecta Internet con nuestra forma de pensar, con esa forma que llamamos virtual o hiperreal: todos sabemos que nuestros ciberamigos no están presentes en la realidad pero mantenemos con ellos conversaciones “on-line” reales y sentimientos y emociones de verdad; existe, pues, una perfecta armonía entre la forma de pensar y la tecnología que lo permite.

El mito es una narración transhistórica e Internet es una tecnología transfenomenológica, un camino o guía que nos indica no tanto el cómo o el por qué de las cosas, sino hacia dónde y de dónde venimos; Internet, por el contrario nos permite ir donde queramos y estar –de hecho- en varios sitios a la vez.. El mito no es una explicación a pesar de que se explica a sí mismo ni sirve para explicar otra cosa más que el hecho de ser perturbadoramente explicativo.

Al mito le pasa lo mismo que a nuestros sueños, un resto de nuestra época tifónica: que no significan nada y a la vez lo significan todo, puesto que ambos se encuentran en ese territorio que llamamos indeterminación.

La indeterminación tiene que ver con la ausencia de una relación cerrada y causal entre un significante y un significado. Sueños, mitos y por tanto informes astrológicos se mueven en ese espacio que llamamos “vacío de significación”. Desde hace poco tiempo sabemos gracias a Chomsky que el lenguaje es innato. No debe interpretarse de esta afirmación que cuando el niño viene al mundo ya viene “sabiendo hablar” un idioma. Significa que el niño cuando viene a nuestro mundo de hoy arriba con una facilitación para hablar cualquier idioma, puesto que ya nace con una matriz generativa de palabras y sintaxis. Como casi las 5000 lenguas que existen en el mundo, todas, tienen un nivel parecido de complejidad sintáctica, el neonato está capacitado para hablar cualquier idioma siempre y cuando se le estimule para hacerlo.

Pero el vacío de significación no debe entenderse como la ausencia de todo significado sino por su contrario: cualquier significado puede ser válido pues la condición del despliegue de la significación es que exista un significante vacío. Precisamente la cadena del lenguaje es capaz de desplegarse porque alguien pone el significado en contacto con el significante, por eso somos capaces de hablar y por eso somos capaces de pensar, procesos ambos que coemergen simultáneamente en la conciencia humana. Siempre existe alguien que ejerce de guardián y depositario de los significados -usualmente la madre- en el nivel individual o el mito en el nivel colectivo. Y ahora es el momento de introducir el concepto de símbolo.

Un símbolo es un signo que representa otra cosa en su ausencia. Si nosotros vamos por la selva y nos encontramos frente a frente con un oso, ese oso no precisa representación mas que de una conducta refleja, un cortocircuito, algo preconceptual: una conducta promotora de terror, luchar o huir. Pero si en lugar del oso nos encontramos con su huella, no hace falta ponerse a buscar refugio porque la huella no es el oso, sino su representación. Dicho de otra manera, la huella del oso es un símbolo –representa en su ausencia y evoca– al oso, pero no es el oso en sí. Cuando el hombre descubrió en época tifónica que podía representar tanto al oso como su huella en las paredes de sus cuevas inventó de una tacada el símbolo, el arte y la religión, un invento que le permitió atrapar la naturaleza, domesticarla, al tiempo que se ahorraba falsas alarmas de estrés pero que también le alienaba con respecto a la realidad real del oso. A partir de ese momento el hombre tuvo que inventar nuevos procesos cerebrales que le permitieran discriminar la realidad de la ficción, el oso de su representación. El símbolo permitió al hombre exorcizar el peligro de lo real, al poder representar la ausencia de algo, su falta, pero también le alejó de la naturaleza de la “cosa en si” kantiana, del fenómeno.

El pensamiento mítico vino a instalarse sobre el pensamiento tifónico, como siempre ha sucedido en la evolución, las viejas estructuras se mantienen mientras que de ellas emergen las nuevas que permiten al hombre desarrollar otros intereses y habilidades al tiempo que se separan y se rompen amarras con las anteriores sabiendo que el peligro del oso sigue estando presente, algo que se consigue precisamente con la denegación, “el oso existe pero yo vivo como si no me importara”. Este es el adelanto que creer descreyendo propició en la conciencia humana esta especie de disociación entre la realidad y su representación.

Los astrólogos ingenuos siguen creyendo hoy que en las estrellas se encuentra “escrito” el destino de una persona en función de la posición de los astros en el momento de su nacimiento. Otros, más sofisticados se muestran partidarios de la máxima esotérica analógica –mágico-tifónica– “lo que está arriba es igual que lo que está abajo” y que viene a decir de acuerdo con la teoría de la sincronicidad jungiana, que lo que sucede a nivel cósmico es lo mismo que sucede a nivel celular y lo que sucede a nivel planetario se corresponde con el individuo que se encuentra bajo la influencia de una constelación determinada. Personalmente conozco los parecidos que hay entre las galaxias y las células pero nunca he entendido ni aceptado esta “ley de la sincronicidad”, algo que me ha dejado huérfano de referentes teóricos para entender la evidente relación que existe entre los mitos que sustentan las posiciones astrológicas con la vida individual de los sujetos.

Mi signo es Sagitario, un signo de fuego, mi ascendente es Leo, otro signo de fuego. Han sido varios los amigos que me han hecho una carta astral y han sido muchos los que han coincidido sin conocerme apenas en las características de mi personalidad, pocos los que me han hablado de mi destino, aunque bien visto y tal y como decía Heráclito “en el hombre su carácter es igual a su destino”. Abrumado por estas coincidencias significativas me decidí a estudiar el fondo mítico que anida en los signos del Zodíaco a partir de los textos de Liz Greene pero cuyas formas fueron establecidas por los astrólogos originales dándoles arbitrariamente un nombre relacionado con aquella forma, así Sagitario se llama de esta manera porque tiene forma de arquero, puede verse en el cielo la tal constelación en una forma que recuerda vagamente a un arquero que sostiene un arco y sus flechas, de ahí la analogía formal que ha llegado hasta nuestros días.

Esta es la esencia de mi signo Sagitario según Rosa Maria Vilarroig:

Un rescoldo, una brasa de sangre resistente
vive bajo el escorzo de la llama,

destinada prende hacia lo alto,

mudable viajera de espacios

desoídos, tilo o caza,

cerrazón donde la verdad permanece

amurallada.

Sin embargo lo importante no es la forma de la constelación sino su fondo mítico por el que mereció tal nombre. Me refiero al mito de Quirón.

Quirón era un centauro, mitad hombre, mitad equino que habitaba el monte Pelión, un lugar donde los aqueos situaban a una horda de salvajes con los que guerreaban continuamente. Construyeron un héroe bueno –mitad sabio y mitad bestia– aliado de los aqueos en aquellas guerras y que era un híbrido, un equino sabio que era además un Dios, preceptor de dioses, médico de profesión y que sostenía un arco en sus manos pues se le representaba como aliado de los griegos en aquellas eternas guerras. Pero su oficio no era la guerra sino la medicina y sus secretos. Su tragedia era que había sido herido en una pata –su parte animal– por una flecha emponzoñada por el veneno de la Hidra, una herida que carecía de curación y que mantenía a Quirón postrado para toda la eternidad puesto que era inmortal. Desesperado por tal desgracia, Quirón pidió a Zeus (Júpiter) la muerte aunque sabía que Zeus no podía ceder a tal petición por lo que demandó ponerse en el lugar de Prometeo, un titán que se consumía atado a una roca en el Cáucaso mientras un águila –símbolo de la divinidad– le consumía el hígado de día mientras éste volvía a regenerarse por la noche en un tormento sin fin. Había sucedido que Zeus había castigado a Prometeo con esa tortura debido a su delito: Prometeo había robado el fuego de los propios dioses para llevárselo a los hombres, pero Zeus no estaba a buenas con esa nueva raza que Prometeo había creado y desconfiaba de ellos tratando de una forma u otra de acabar con esa estirpe humana.

En tu doble faz, claridad oscura de la herida,

daña o sana el cielo ardiente,

mitad hombre, mitad caballo,

impulso y voluntad redime con tus pócimas.

El veneno vomitado sobre tus caderas

interpreta constelaciones.

El final de esta historia puede ser múltiple pero importa poco. En la versión más conocida Zeus al final se apiada de Prometeo e instala a Quirón en el firmamento, un premio por su generosidad con que los dioses obsequiaban a sus favoritos. Pero lo que nos interesa de este mito no es su desenlace sino la constelación de significantes que plantea:

Como puede observarse en el mito existen tres historias entrelazadas en Sagitario: la del propio Quirón, la de Prometeo y la de Zeus o Júpiter. Significa que Sagitario no remite solamente a un significado sino a varios, en este caso al menos a tres: a Quirón, un médico mitad hombre y mitad caballo, es decir a un ser quimérico o imaginario que a su vez es un símbolo de una edad arcaica y que está herido de muerte siendo inmortal. ¿Puede existir un tormento más desgarrador? Este tormento sin fin aparece muchas veces en la mitología griega en otros contextos e incluso ha llegado a nuestros días en forma de adjetivo como el castigo sufrido por Tántalo o el de Sísifo.

Prometeo a su vez parece ser un alter ego de Quirón: a ambos les mueve el altruismo, uno es un médico que tiene en sus manos las artes mágicas de la curación, mientras que el otro es el creador de esa nueva raza que llamamos hombres y que se pone decididamente de su parte en la particular querella que hombres y dioses mantienen entre sí.

Zeus (Júpiter) a su vez no carece de compasión: movido precisamente por la generosidad de Quirón aplaca su cólera y su fogosidad y es capaz de perdonar a ambos. Zeus, el dios de dioses, el planeta más grande del sistema solar, es por primera vez en la historia del Olimpo un Dios altruista, generoso o compasivo. Justo, pero apresado por un pasado parricida, aterrador y sin embargo novísimo.

Has urdido un nuevo orden:

en la clarividencia del conflicto

se instala.

En tu poder: procedencia y ley.

Como puede deducirse de la historia anterior, no existe una comprensión directa del significado de un signo astrológico sino que es necesaria una hermenéutica, una interpretación que nos permita escudriñar dentro de cada persona y de cada mito añadido pues no existen reglas de causa-efecto, sólo podemos hablar de relaciones no lineales entre él, un carácter que remite a Sagitario de un destino Sagitario siguiendo la máxima heraclitiana, pues el pathos y el daimon son la misma cosa.

Una forma de representar estas curiosas relaciones que existen entre mitos, pasiones, personalidades o caracteres y tareas heroicas es pensarlo a través de un cuadrúpedo giratorio con dos circunferencias concéntricas, en la exterior se encontrarían los personajes del drama: Quirón, Prometeo, Zeus y su padre Cronos (Saturno) por ejemplo y en su interior se encontrarían rasgos o tareas concretas, como generosidad, creatividad, venganza o altruismo y preferencia por lo humano. De la combinación entre personajes y rasgos nos pueden ir apareciendo constelaciones de analogías entre posición de planetas y sensibilidades, siempre teniendo en cuenta que no existirá una correspondencia lineal entre unos y otro pero sí aproximativa. Tan aproximativa como es la realidad de las cosas, pues en la realidad nadie posee una personalidad cerrada sino que el carácter se forja en la continua interacción entre el individuo y su ambiente, mientras que el rasgo que se mantiene es aquel en que se encuentra fundada la personalidad. La personalidad está llena de constantes paradojas, pero la misión de la astrología no es fundar una nueva caracterología sino explorar las distintas significaciones que surgen de un fondo común a toda la humanidad, su suelo mítico o como diría Jung sus arquetipos, esos símbolos colectivos que representan tanto al uno como su contrario.

He utilizado adrede la palabra “fundación” porque toda personalidad se encuentra construida sobre un mito fundacional que no está escrito en parte alguna sino escenificado por el deseo inconsciente de los padres. Este mito se refuerza cuando se muestra eficaz para dar cuenta de los problemas y calamidades de la vida y el individuo común se identifica con él cuando ha logrado establecer aquel rasgo como soporte genérico de su narrativa, lo que cree es su esencia, su continuidad mítica a través del tiempo. Más que ser de una determinada forma nos acoplamos al mito fundacional y mucho más si resultó útil para sobrevivir a determinados entornos o bien si propició alguna ventaja; cuando no es útil o no existió el individuo simplemente no sabe quién es y trata de averiguarlo en relación con otros, en relación con espejos imaginarios que le muestren su identidad, quién es o cual es su destino, la misma pregunta.

El sol te configura mas el diablo acecha con sus espinas

y rebeldías. ¡Hacia la cima con tu herida de razón!

para hundir el jazmín

en el álamo más alto de libertad.

Todo individuo situado en un plano racional (egoico) de pensamiento en teoría debe saber quién es, pues todo pensamiento egoico tiene un suelo de pensamiento mítico, pero esto no sucede en la realidad puesto que la evolución del pensamiento, como la evolución natural no es homogénea ni simultánea sino que va avanzando de forma catastrófica, no gradual. Siempre hay algunos que se adelantan a otros y que son las señalizaciones de hacia dónde se dirige la evolución, el resto son los rezagados.

Y no cabe duda que en la época actual egoica (racional) estos adelantados han sido los poetas (los artistas en general), que han tenido que componer su tarea en un mundo difícil por el aspecto operativo, materialista, rígido, orientado a los logros, hacia la eficacia y hacia el éxito de cualquier tarea o empresa. Los poetas son los únicos que han quedado frente a frente con los significantes originales y los que nos recuerdan cuando pueden y a través de esa tarea de ser garantes de los significados que el mundo es como es porque estamos apresados por el lenguaje, habitados por él y que la poesía como los mitos, como los sueños, como el arte o la astrología no significan nada y que de ahí su belleza potencial porque lo significan todo. Su poder de penetración procede del hecho de ser significantes vacíos, de ser símbolos.

Y de ahí su interés para el hombre que viene: “el hombre centauro”, ese que habrá logrado sintetizar su consciente y su inconsciente, su Yo y su sombra y que ascenderá –algunos ya lo han hecho– un peldaño más en la evolución señalando a los demás el camino de trascendencia, ese camino de transhumanización del que hablaba Huxley y que bautizó como la llegada del hombre cósmico.

Arquero de piedra y sol,

en tu firmeza desposas el azul con el fuego.

Está escrito en el universo. La tierra encinta conduce

hacia el último enigma del invierno.


© Francisco Traver Torras

viernes, 11 de abril de 2008

La paradoja de Schrodinger



Si alguno de vosotros aun no conoce el famoso experimento de Schrodinger puede visitar este enlace de abajo para hacerse una idea. En síntesis el experimento de Schrodinger es un experimento mental que trata de alumbrar el principio de incertidumbre de Weisemberg y que trata de contestar a esta pregunta ¿La realidad tiene una existencia objetiva, independiente del observador o bien depende de nuestra observación?

Imagínate un mundo donde no hubiera vida humana, ni animal. Me refiero a ese nivel de vida con suficiente complejidad para poseer un mente. En ese mundo podrían haber bacterias, algas, hongos y plantas. ¿Te lo estás imaginando?. Bien, la pregunta entonces que voy a hacer tiene que ver con lo que en la teoría cuántica se llama colapso de onda. ¿Existiria la respiración de las plantas o la función clorofílica? O dicho de otra manera ¿podria existir el proceso de respiración o de fotosintesis en las plantas sin una conciencia que pudiera observarlas?

La respuesta es que si, que la respiración y la fotosíntesis existirían con independencia del observador, eso al menos hubo de suceder en la evolución de la vida. La evolución estuvo mucho tiempo sola sin nadie ni nada que fuera testigo de sus avances. Lo que permite afirmar que la realidad y el tiempo cronológico existen más allá de la conciencia que les observa, que tiene una existencia independiente de nosotros, mentes pensantes y observadores que hemos desentrañado la respiración y sabemos qué es la fotosíntesis.

Ahora imagínate ese mundo primitivo otra vez e imagina que entre esas plantas enormes y quizá ya extinguidas hay un objeto. No cabe duda: es un bote de coca-cola.

La pregunta ahora seria la siguiente ¿podría existir ese bote de coca-cola sin ninguna conciencia que le pudiera identificar como bote de coca-cola?. La respuesta seria no, para identificar el bote de coca-cola es necesario una conciencia que sepa identificar el bote de coca-cola como tal, de lo contrario el bote de coca-cola no seria más que un cilindro rojo con unas letras ininteligibles. O dicho de otra forma la existencia del bote de coca-cola solo puede existir mediante el colapso de una función de onda: hace falta un observador actual que sepa identificar un bote de coca-cola que pasaría inadvertido para las plantas, bacterias y renacuajos de pleistoceno. El observador es necesario para que el bote de coca-cola exista.

Pero además el ejemplo anterior nos lleva a la pregunta finalista ¿como llegó ese bote de coca-cola allí siendo como es un artefacto creado, inventado y construido por el hombre?

Una posibilidad es que llegara desde el espacio exterior y otra es que hubiera una civilización extinguida que se dedicara a beber coca-colas, pero eso es algo que nosotros podemos identificar retrospectivamente porque nosotros hemos inventado la coca-cola, pero ¿qué sucedería si la coca-cola fuera para nosotros una bebida desconocida y los botes de aluminio algo muy lejano de nuestras posibilidades técnicas?

Seguramente lo que haríamos seria pensar que Dios ha dejado ese rastro allí con algún oscuro propósito y en la cueva donde alguien encontró el bote erigiríamos una especie de ermitorio para recordar el evento.

Los dos casos anteriores tienen algo en común: para que el bote de coca-cola pueda existir como tal es necesario una conciencia que sepa que es la coca-cola y qué es un bote de aluminio, la existencia del bote de coca-cola no es independiente del observador.

De lo contrario el bote de coca-cola no existiría sino simplemente un cilindro con un liquido dentro.

Dicho de otra manera la existencia del bote de coca-cola y la fotosíntensis de las plantas son eventos que pertenecen a distintos niveles de realidad, una es una realidad que existe más allá de la observación y la otra es una realidad que depende de la observación y de la cultura humanas, no sólo porque el bote de coca-cola es algo creado por el hombre es decir algo artificial que no podria existir sin la participación humana sino porque de hecho el bote de coca-cola no existiría como tal bote de refresco si no hubiera una conciencia capaz de saber para qué sirve. El bote no existe sin alguien que sepa qué es.

Pero volvamos por un momento a aquel tiempo del pleistoceno e imaginemos el bote de coca-cola medio enterrado en la arena. Y volvamos de nuevo a plantearnos la misma pregunta imaginando por un momento que somos aborígenes de alguna isla polinesia y que jamás hemos visto un bote de coca-cola. Imaginemos que nos lo encontramos y lo guardamos y un día aparece el famoso antropólogo de la universidad de Cambridge para estudiar aquella cultura.

El antropólogo de la universidad de Cambridge quedó asombrado cuando descubrió el bote de coca-cola en el poblado, quiso averiguar si aquellos hombres conocían el refresco y se interrogó a todos los ancianos del lugar hasta que llegaron a uno que parecía ser el hechicero, una especie de hombre espíritu que guardaba en su memoria el origen de aquella tribu, su periplo mitico-histórico. El hechicero le contó al antropólogo de turno que aquel bote habia contenido en su dia una bebedizo secreto y que estaba escrito que llegaria a ser conocido en el mundo entero, de hecho algunas leyendas locales apoyaban el hecho de que el citado cilindro habia venido de las aguas como las semillas de los cocoteros y que los propios dioses lo habian depositado alli para que algun dia, al ser reconocido por algun vistante, supieran los habitantes de la tribu que sus dias estaban contados, asi la coca-cola carecia de interés para los salvajes solo que era un relé, una señal, una antena como aquel monolito de la pelicula de Kubrick "2001, una odisea del espacio": había que emigrar más al norte, puesto que el artilugio habia logrado ser reconocido por un extraño tal y como la profecía parecia presagiar.

La coca-cola en sí carecía de interés histórico pero el mito que la sostenía anunciaba una gran verdad: la contaminación de la tribu por parte de los investigadores que por el sólo hecho de observar habian colapsado la realidad primitiva dividiéndola en dos mundos.

Uno en el que existía la coca-cola y que ya nunca más podria ser silenciada y otro más al norte donde los presagios podian de nuevo ser exorcizados.


lunes, 7 de abril de 2008

Jamendo

Jamendo es una nueva web que permite a sus usuarios subir, compartir, y bajarse musica sin ningún tipo de limite, es decir se trata de una alternativa de edición para los "malditos" que nunca tuvieron su oportunidad para editar su música. Supone una revolución en la manera de comprender eso que llamamos "derechos de autor", en este caso es Creative commons quien tutela los posibles derechso que siempre salvaguardarán su uso comercial permitiendo sin embargo el que la música sea compartida. Es más que suficiente para la mayoría.
En este widget de aqui abajo puede escucharse la música de Peer Gynt on line, se trata de un grupo español que hacen musica amniente, similar a tantas y tantas musicas ambientales que hemos pagado por oir. Concretamente me recuerda a Vangelis.


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Mito, narrativa y salud mental