Una conocida tiene un perro que se llama Thor y me consulta porque el animal no para de ladrar, molesta a los vecinos sobre todo cuando ella no está en casa, le ha llevado al veterinario pero no hay manera de que el perro pare de ladrar y está pensando en sacrificarle, además su comportamiento en su ausencia es intolerable, rompe muebles, destroza las cortinas y ha comenzado a orinar y defecar en todo el piso, un perro que solo unos meses atrás era limpio y alegre. Thor comienza a resultar insoportable, sólo parece calmarse tras la reunión con su ama que asiste día a día a nuevas quejas del vecindario por el comportamiento de Thor. El veterinario le ha recetado un antidepresivo (amitriptilina) porque según él está “deprimido”.
Me ha hecho mucha gracia la antropomorfización de las emociones de Thor, pero quizá el veterinario no esté del todo desencaminado.
Entonces se me ha ocurrido preguntar a mi conocida por qué se llama Thor, y ella me ha dicho que Thor era el nombre de otro perro que tuvo, que era maravilloso, listo, cariñoso, etc (...). Y entonces he pensado lo difícil que lo tenia el Thor actual para conseguir ser amado por si mismo, porque en realidad estaba cumpliendo una función de reemplazo del otro Thor, del bueno. De manera que este Thor no tiene mas remedio que morirse o ponerse malito cuando está solo porque no hay nadie que cumpla con esa función de mantenerle la "confianza basica". Lo que ha hecho Thor es presentar un problema del comportamiento que pone a su ama contra las cuerdas: o le ama por si mismo o le mata.
Y entonces he pensado en que a nosotros las personas humanas nos pasa un poco lo mismo, sobre todo en tema de amoríos, que es muy difícil que nos amen por nosotros mismos porque siempre hay un Thor anterior con el que se nos compara y mucho más a medida que la biografía de nuestros objetos amorosos se ensancha y con ella se agranda la fisura entre lo que somos y lo que representamos en el deseo de los demás. Será por eso que los hombres buscamos siempre mujeres sin historia donde en la comparación siempre salimos triunfantes, pues es difícil que una mujer sin historia tenga un Thor significativo en su memoria pues una mujer sin desflorar psicológicamente no tiene pasado. Será por eso que Thor –perfectamente adaptado al deseo humano- no se conforme con menos, y ese menos es igual al derecho a no ser comparado con nadie. Hoy mientras me contaba la historia de Thor me he dado cuenta de que lo menos que puede pedirse a la vida es ser único, irreemplazable, singular con independencia de ser querido más o menos que eso es harina de otro costal.
Lo menos es pedir estar vivo en el deseo de otro.
Thor ya está muerto.
7 comentarios:
Descansen en paz todos los Thors del mundo. Y sus fantasmas también.
Qué bien que lo explicas. Y es que el peligro a veces quizá sea no saber saltar con pértiga la grieta entre nombre e identidad.
El problema es que no existe identidad sin nombre. Eso que llamamos identidad no es mas que un saco lleno de palabras anudados por una fecha.
Será por eso que Thor tiene todos los numeros pra morir.
En la casa de campo donde he pasado el fin de semana, bajo una encina hay enterrados los dieciocho perros que han acompañado la historia de la casa los últimos treinta años. El dueño me recitó los nombres de todos ellos y no había ninguno repetido (me fijé expresamente!) así que pensé “bravo”.
No sé si he entendido bien este post, pero entiendo que el Thor actual aún está vivo (la historia que cuentas parece reciente).
Un poco tristón en definitiva, pues la muerte siempre tiene un lado tristón, pero como dicen en mi pueblo, que son un poco brutos (y vale para cualquier muerte), el muerto al hoyo y el vivo al bollo.
Crudo pero real, no hay más vuelta de hoja. Ni de tuerca. La vida sigue, nos guste o no.
PS:
Se me olvidaba: apabullante tu definición de identidad. La mejor que he leido jamás.
Que no cunda el pánico porque se han ofrecido para adoptarlo. A mi porque los perros no me interesan sino me lo llevaba a vivir conmigo y lo curaba. Thor necesita alguien que le ponga limites y que no le abandone, pues existe una cierta diferencia entre abandonar a alguien y salir a por tabaco.
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