sábado, 10 de marzo de 2007

El masoquismo de Rousseau

"Quien creería- dice Rousseau- que este castigo de niño recibido a los 8 años por mano de una mujer de treinta decidió mis gustos, mis deseos y mis pasiones, para el resto de mi vida y todo eso en el sentido contrario a lo que debería ser habitualmente. Al mismo tiempo que mis sentidos se despertaron, mis deseos sintieron tan bien el cambio que les impartió lo que había experimentado, que no se atrevieron a buscar otra cosa".

Obsérvese que el propio Rousseau da una hipótesis etiológica acerca de su masoquismo sexual, una hipótesis asociacionista del estilo de Binet, y porque no decirlo, muy Freudiana; pero no solamente eso, sino que además afirma que esta experiencia le marcó en el sentido contrario a lo que debería ser habitualmente. Es verdad, lo usual, al menos lo que hoy creemos, es que los niños que han sido maltratados se convierten a su vez en agresores, al menos es lo que estamos acostumbrados a oír hasta el paroxismo. Llama también la atención otra cuestión de ese fragmento y es el tema "del despertar de los sentidos". ¿Es por esa razón que Rousseau fue un masoquista en lugar de un sádico, precisamente porque coincidió con el despertar de los sentidos? ¿O los sentidos se despertaron precisamente porque ya estaban dispuestos para ello y Rousseau de manera catamnésica lo hace coincidir con el episodio? Oigámosle.

"La srta Lambercier tenía para con nosotros el afecto de una madre, pero también tenia su autoridad y nos castigaba cuando lo merecíamos. Mucho tiempo se mantuvo con las amenazas y esta amenaza de un castigo nuevo me parecía muy terrible, pero después de la ejecución lo encontré menos terrible en la prueba que en la espera y lo más extraño es que este castigo me hizo amar más a quien me lo había impuesto (…) un castigo en el que había encontrado una sensualidad que me había dejado más deseo que temor por experimentarlo otra vez por la misma mano."

Naturalmente, Rousseau se refiere a la flagelación, a los azotes en las nalgas, el supremo castigo masoquista. De este fragmento podemos extraer nuevas conclusiones: el autor del castigo es "como una madre", una persona querida que cuida de J. Jacques y a la que este estima y admira. No se trata de un castigo inmerecido, brutal o arbitrario, sino de un castigo merecido y proporcional a la falta (castigo por otra parte muy frecuente en aquella época), incluso - y según el propio J. Jacques- por debajo de ella. Y la cuestión más importante: la amenaza y el alivio que proporciona el castigo, inferior siempre en su cualidad a la percepción de la propia amenaza repetitiva y constante.
Sea como fuere, el propio Rousseau admite que esta escena le marcó en sus gustos eróticos de adulto y según se desprende de la descripción, la situación es descrita como sensual y buscada activamente por el propio Rousseau como un acto consentido y deseado. La lucidez de Rousseau es tal que más adelante afirma:

"Mi antiguo placer de niño, en lugar de desvanecerse, se asoció de tal manera al otro (relación sexual) que no pude nunca descartarlo de los deseos encendidos por mis sentidos: y esta locura, unida a mi timidez habitual, me ha vuelto siempre muy poco emprendedor con las mujeres."

Según la experiencia de Rousseau -paradojicamente el filosofo del contrato social- para ser masoquista hacen falta dos cosas, primero una experiencia infantil voluptuosa, - dice-, obsérvese que no dice erótica o sexual, sino voluptuosa y luego ya en la adolescencia, que esta experiencia se asocie a la pulsión sexual propiamente dicha. Si encima uno es tímido pues peor, parece afirmar nuestro héroe. De esa misma opinión resulta ser Kraft-Ebing cuando dice:

Cuando la idea de ser tiranizado se asocia durante mucho tiempo a un pensamiento libidinoso de la persona amada, la emoción lujuriosa se transfiere finalmente a la tiranía misma y se completa la transformación en una perversión (pag 207, Psychopatia sexualis)
De: "Un estudio sobre el masoquismo" (c) Francisco Traver Torras. 2006

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