viernes, 2 de marzo de 2007

Menos es más

El caos es un concepto matemático que tiene un cierto parentesco con lo que nosotros entendemos como desorden, confusión e impredictibilidad, es decir todo lo contrario de la causalidad natural: el bacilo de Koch provoca la tuberculosis, los accidentes de tráfico heridas y traumatismos, la falta de alimentos inanición, etc. La teoría lineal de la causalidad nos ha brindado enormes servicios a los médicos, tantos que sería imposible construir un catálogo de las relaciones causales demostradas que los empleamos tanto para curar como para prevenir, pero los sistemas vivos son mucho más complejos de lo que pensábamos. No todo efecto tiene una causa, sino a veces múltiples causas (multicausalidad), además el efecto puede preceder a la causa (causalidad circular) y por último la relación entre causas y efectos puede ser tan sutil que se pierde el hilo buscando conexiones entre ambos.
La teoría del caos halló su máxima aplicación practica en la meteorología y es razonable que fuera un meteorólogo –Lorenz- el primero es formalizar determinados hallazgos, como lo que conocemos con el nombre de “efecto mariposa”, quizá el más conocido de los efectos del caos. Los meteorólogos saben que es imposible predecir el tiempo más allá de algunos días, también los saben los agentes de bolsa y por eso nunca dan recomendaciones arriesgadas a sus clientes a largo plazo y hacen bien porque los sistemas caóticos, como el clima o el comportamiento de la bolsa son impredecibles. También sucede con las enfermedades y los pacientes, ningún médico puede afirmar (aunque si lo hacen los impostores) que tal o cual paciente se curará incluso cuando las causas estén muy claras porque existen demasiadas variables en juego, tantas que se nos hace imposible prever el resultado a medio plazo del clima, la bolsa o la salud.
Si un sistema es impredecible lo es por dos clases de razones, la primera porque intervienen muchas variables como he dicho antes, como en el caso de un enfermo determinado, es lo que llamamos complejidad, pero sobre todo porque las relaciones entre esas variables son muy intensas e imbricadas, de tal modo que pequeñas variaciones en una de ellas puede amplificar y emerger a distancia un efecto considerable: “el aleteo de una mariposa en Brasil puede desencadenar un tifón en Florida”. Además porque el sistema tiene múltiples puertas de entrada que son a la vez salidas y lo peor: la puerta puede ser a la vez entrada y salida.
Lo anteriormente dicho nos lleva a una consecuencia lógica inmediata, hablando en términos terapéuticos y más allá de lo que hacen los cirujanos atrapados para siempre en la causalidad mecánica, lo que hacemos el resto de médicos (y también los pacientes) es impredecible por lo que sigue siendo válida la recomendación de Hipócrates “primum non nocere” (lo primero es no dañar) y es posible prever que tampoco podamos saber o averiguar – con técnicas lineales- como se curan los pacientes y ahora estoy pensando en los pacientes psiquiátricos, que siempre me han enseñado algo muy importante que quiero transmitir: el que se cura lo hace siempre contradiciendo o al menos lo hace a pesar de la teoría, no importa qué teoría se sostenga, siempre quedará en crisis después de asistir a una curación. Algo que ya sabemos desde hace mucho tiempo, las psicoterapias no curan por su cuerpo teórico sino que la variable critica está en el terapeuta, los enfermos no se curan por lo que nosotros decimos o pensamos sino por otras cosas a veces banales. Eso es caos, o al menos esa parte del caos que nos interesa a los psiquiatras, una intervención banal o inapreciable puede llevar a un sistema a la restitución. A veces no tratar, no intervenir es la mejor solución.
El caos es el conjunto de leyes que rigen los sistemas abiertos y un sistema abierto es aquel que recibe e intercambia energía e información con el medio ambiente, en este sentido el ser humano es un sistema abierto, como también lo son las acciones de una determinada empresa o un árbol o animal cualquiera, también sus mentes como después veremos. Una semilla es un sistema cerrado como también el agua, sin embargo la temperatura o la humedad pueden transformar un sistema cerrado en otro abierto, la semilla sometida a enterramiento y a la humedad conveniente se transformará en una planta, y el agua sometida a una cierta temperatura se transformará en gas, en un sistema caótico que hace ganar y perder propiedades al anterior. Dice el poeta que la nube contiene el océano y que en el océano está plegada la nube, es decir solo los procesos caóticos pueden modificar una estructura (de liquido a gas) cambiando su forma y sus propiedades. Sin embargo el agua de la nube sigue siendo agua (H2O) como el agua de la mar sólo que tiene algo más y algo menos que el agua del mar: es un gas (vapor de agua) que añade propiedades -en este caso físicas- nuevas a las que ya tenía y pierde otras que ya no tiene (la liquidez) a no ser que vuelva a condensarse. Para que algo pueda ganarse algo deberá perderse aunque la cantidad de energía-materia total del universo es siempre la misma (ley de conservación de la energía).
Este algo más que se añade se llama emergencia y lo que se pierde se llama reducción. Me interesa señalar que la relación que existe entre la semilla y la planta o entre el agua del mar y el agua de una nube son muy especiales, igual que las que existen entre genotipo y fenotipo, podríamos decir que la planta está implícita o plegada en la semilla, codificada de tal modo que la semilla sólo puede producir una planta de la especie que represente y no otra. La planta desde luego no está en la semilla sino de una forma codificada y no completa como un plantúnculo, se encuentra como una potencialidad o función y no como una realidad, si miramos la semilla por dentro no encontraremos ni rastro de la planta adulta, del mismo modo que si miramos la placa de un holograma no podemos ver la imagen que representa, sino solamente estrías, y círculos concéntricos, es decir nada que nos recuerde a una imagen tridimensional. La planta adulta tampoco es una semilla pero quizá pueda esparcir semillas cuando madure, pero será difícil encontrar una semilla idéntica a la que dio forma la primera, sus hijos solo llevaran la mitad de los genes de su antecesora, en el caso de que la planta se reproduzca sexualmente como hacen las fanerógamas. A esta cantidad de genes perdidos se les llama reducción evolutiva es decir la nueva emergencia, la nueva planta solo aprovechará la mitad de los genes de su madre o padre. El hijo es la mitad de cada progenitor, lo que hacemos en la reproducción no es multiplicarnos sino dividirnos.

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