El dolor moral es probablemente el sentimiento llevado a partitura con más frecuencia, al que todos los grandes compositores han recurrido, al menos por aquellos que se encontraban más motivados para ello: los que habían sufrido perdidas significativas durante su infancia y/o habían sufrido otras perdidas que reactivaban las anteriores. Probablemente también es el más fácil de entender por casi todos los auditores, debido a la facilidad con que somos capaces de entender y empatizar con el dolor ajeno, sobre todo cuando este dolor es comprensible, como la perdida de un ser querido.
El modo Réquiem (Mozart, Verdi) es uno de los moldes más frecuentes en la historia de la música y que permite una aproximación muy completa al tema del dolor, bien tomando como modelo el dolor de Jesucristo en la Cruz, el dolor de la virgen Maria o el dolor de la cristiandad entera que en cada semana santa recupera este sentimiento de un modo programado, se trataría en este caso de la manifestación canónica del dolor, sin embargo los compositores se han acercado en más de una ocasión al dolor privado, al dolor profano por así decir, alejado de la trascendencia del modo Réquiem.
Monteverdi que perdió a su madre durante su infancia y posteriormente a su mujer nos ha legado a mi modo de ver una de las obras más bellas relacionadas con este sentimiento: El lamento de Ariadna.
Concebida como una ópera que desgraciadamente se perdió, el Lamento es una de las composiciones más sublimes sobre el tema del dolor moral secundario a un abandono amoroso. Ariadna abandonada por Teseo en Naxos, después de haberle ayudado en su tarea heroica contra el Minotauro de Creta intenta lanzarse al mar cuando ve que el navío de Teseo se aleja, allí es recatada por unos pescadores y es a ellos a los que se dirige en estos términos:
Lasciatemi morire (Dejadme morir)
¿E di volete voi de mi conforte? (¿Qué pretendeís, que me conforte?)
te cose duri sorte (En esta suerte tan dura)
te cose gran martiro (En este gran martirio)
Monteverdi, un autor que abrió el melón del barroco y que inventó la música escénica (la ópera) gracias a un criterio armónico revolucionario: la homofonía, es decir el acompañamiento con acordes de la voz del solista que de este modo adquiría un primer plano hasta el momento desconocido, urdió el Lamento a cinco voces donde las sincopas de las mismas dan la sensación como de deslizamiento, una sensación que en el renacimiento era impensable. En este sentido y desde el punto de vista estrictamente formal considero a Monteverdi como un explorador de nuevos timbres y de nuevos recursos armónicos y al Lamento como una obra universal que toma como pretexto a la mitología para hablar de algo que a todos nos resulta familiar, la decepción, el dolor y el abandono transformados en belleza.
3 comentarios:
Por lo que podemos sentirnos afortunados de que don Claudio nos dejara tan hermosa obra escrita. 400 años.
Intento recordar una obra que escribió Schubert poco tiempo antes de fallecer. Me impresionó mucho cuando la escuché, no sólo por ser de quien era. Ni porque estuviera escrita en modo menor. Fue como un relámpago de tristeza lo que el piano me transmitió.
Pues no sé, pero Schubert era una hombre timido y miope, muy afin al romanticismo, carecia de la sordera de Beethoven y de la cojera de Byron, tampoco era como Schuman un bipolar, probablemente solo un "evitativo" feo, y quizá por eso la belleza era su ideal. A mi me gusta sobre todo, "la muerte y la doncella", un uarteto de cuerda donde el romanticismo: la expresión de la cólera, adquiere tintes épicos.
La obra a la que me refería era para piano solo.
Triste, muy triste viendo cómo la muerte se sentaba sobre la tapa del piano.
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